(Espero ahorrarte docenas de libros, horas de investigación y mucha confusión. ¡Yo ya he hecho el trabajo por ti!)
La «dieta» de baja intervención humana (B.I.H.)
Las dietas se han convertido en «religiones.» Como tales, tienen sus seguidores, sus «gurús» y también sus fundamentalistas. Y al igual que las religiones tienen parte de verdad, pero no TODA la verdad.
Permíteme que haga una breve lista: dieta «paleo», Atkins, vegetarianismo, veganismo, crudivorismo, crudoveganismo, de la zona, Dukan, del grupo sanguíneo, de la playa del sur, «low-carb», cetogénica, 80-10-10, macrobiótica, …etc. Todavía no ha salido la «dieta de la paella» pero ojalá que sea pronto 🙂 Bueno, bromas aparte. Alguna de estas dietas tienen mucha tradición y ciencia respaldándolas, otras no tanto y responden más al oportunismo de sus creadores que se basan en tendencias científicas. Sí, en la ciencia también hay modas y fondos de investigación que las acompañan. Por ejemplo, en los últimos años muchos estudios han demostrado el vínculo entre una dieta alta en carbohidratos y los problemas con la insulina, la inflamación y el aumento de peso. Parece que cualquier alimento que cause una subida de la insulina es negativo. Pero, ¿es esto realmente cierto o una simplificación de la realidad? Antes el enemigo eran las grasas, ahora son los carbohidratos. No se diferencia muy bien entre la calidad de los carbohidratos, pero eso da igual. «Ya tenemos la solución» nos hacen pensar (y también libros para vender).
Si tú eres seguidor de alguna dieta o sistema alimenticio, lo primero que quiero es darte la enhorabuena porque has decidido tomar el control de lo que comes. Al hacerlo, has dado un paso muy importante hacia tu bienestar y seguramente te encuentres mucho mejor que en tu «anterior vida.» Tranquilo, este artículo no es para romperte los esquemas, sino para ayudarte a ver las claves o principios que hacen que CUALQUIER dieta (incluida la tuya) cumpla con su función. Necesitamos un marco de referencia saludable. Necesitamos direccionalidad. Pero antes…quiero saldar una deuda.
A vosotros, los «gurús»
Ya basta de decir que vuestra dieta X es la única y mejor, no sólo para atletas, sino también para amas de casa, estudiantes, solteros y actores, para prevenir el Alzheimer, las arrugas, regular la insulina y además salvar el planeta. No es verdad. No existe una dieta que sea la más «óptima», ni la «original», ni la que «esperan nuestros genes» para todas las personas y, si existe, no es ninguna de las mencionadas antes. Gurús y «entendidos», ya sé que habéis vendido muchos libros o que quizás tengáis un blog de éxito y por eso no vais a dar marcha atrás, y reconocer que los humanos somos los animales con mayor capacidad de adaptación del planeta, y que la diversidad en la dieta de nuestros ancestros era la norma. Podéis seguir promocionando vuestra dogma si os place, pero dejad de hacerlo en nombre de la «evidencia.» Os pediría un poco más de humildad intelectual y honestidad. Cada ser humano es único genética y bioquímicamente, y el hecho de que una dieta sea muy buena para un grupo de gente durante un tiempo no quiere decir que lo sea para todo el mundo. En las dietas no existe la «talla única.» Period.
Ya está. Lo he dicho.
Ahora, y sin ánimo de ser exhaustivo y cubrir todos los ángulos, voy a hablar muy brevemente sobre algunos mitos de ciertas dietas populares:
Dieta paleolítica: está demostrado que nuestros ancestros paleolíticos también comían algunos granos, tan lejos en el tiempo como hace 30.000 años. El registro fósil y los estudios antropológicos no dejan duda de que hemos comido carne desde el principio de los tiempos. Estamos bien adaptados a digerir la carne animal, la grasa y sus órganos. Pero esto no quiere decir que nos pasáramos el día de caza «mayor». Seguramente comer vegetales (que no se mueven) les resultaba más fácil a nuestros ancestros en el día a día. Lo mismo que decir con la leche y sus derivados: era alimento fácil. Sí, ya sabemos que en teoría la leche (de vaca, cabra..etc.) es para las crías no los humanos, pero con esa misma lógica también podríamos decir que ningún animal ha sido «diseñado» para ser digerido («a mi mamá no gracias» argumenta el ternero). Granos, leche, vegetales y carnes, todos eran parte de la dieta ancestral.
Dieta vegetariana/vegana: con la excepción de la India y de algunos grupos religiosos/filosóficos del pasado, no hay evidencia antropológica o histórica de sociedades donde se haya excluido completamente la carne de animales o el pescado. El cuerpo humano está muy bien adaptado a comer frutos y vegetales, pero también lo está a comer productos animales. La única razón válida para evitar siempre los productos animales es de naturaleza ética o filosófica. Es un objetivo noble y si uno es capaz de llevarlo a cabo sin comprometer su salud, ¿por qué no? Pero para muchos, no es tan fácil a largo plazo.
Crudivorismo/crudiveganismo: el fuego ha sido parte de nuestra evolución y por lo tanto estamos bien adaptados a comer ciertos alimentos cocinados. El fuego es una manera de «esterilizar» la carne y de minimizar ciertos antinutrientes que muchas plantas tienen (especialmente las silvestres que comían nuestros antepasados). Esto nos permitió conquistar nuevos territorios y ecosistemas. El fuego ha sido nuestro gran aliado hace mucho tiempo. Es verdad que hoy día lo cocinamos todo (y esto es otro extremo), pero ser 100% crudívoro es un experimento social moderno, no basado en la evidencia histórica o científica. No obstante, seguir una dieta crudívora durante un breve período puede ser muy beneficioso como estrategia para la detoxificación y curación.
Dieta 80-10-10, de la «zona», Dukan, Atkins, dietas «low-carb», cetogénica… etc. La razón por la que pongo a todas estas dietas juntas es porque de una forma u otra recomiendan una proporción determinada de proteínas, carbohidratos y grasas. Nuestros antepasados nunca restringieron ciertos alimentos; ellos no tenían supermercados y no podían permitirse ese lujo. Imagínate: «Mira qué patatas he encontrado Paco…¡qué pena! ya hemos rebasado nuestro 20% diario de carbohidratos» Nuestro cuerpo está adaptado (es decir, medra) con el cambio y la variedad porque eso es lo que ofrece la naturaleza tanto en los ciclos diarios como estacionales. Por ello, no podemos asegurar que existan unas proporciones «ideales», puesto que es algo que varía con la época y con la persona.
Pero entonces, ¿por qué estas dietas tiene tantos «adeptos»?
Hay miles de testimonios de gente que ha perdido docenas de kilos, curado enfermedades «crónicas» y alcanzado un nivel de bienestar como nunca antes habían tenido siguiendo alguna de estas dietas. Hay un motivo para esto. Cuando pasamos de ingerir productos procesados, calorías vacías, pesticidas, colorantes, alimentos mal combinados, bebidas de todo tipo…etc., a una dieta más limpia y algo mejor planificada los resultados no son poco menos que milagrosos: más energía y vitalidad, menos dolores, mayor rendimiento físico y mental, curación de enfermedades y hasta más belleza. Donde antes el cuerpo sólo disponía de martillo y algunos clavos para arreglar las averías, de repente, al darle nutrición de verdad, le proveemos de una equipo entero de bricolaje. ¡Es una fiesta!
La gente que ha sufrido estas transformaciones (gracias a «su dieta»), ya no vuelve a mirar atrás. Pero el motivo real no es que hayamos encontrado LA DIETA perfecta, la única y mejor para todos, sino que se trata de un salto cualitativo comparado con nuestra forma anterior de alimentarnos. Ni la dieta vegetariana, ni la «paleo», ni la macrobiótica, ni ninguna otra son la panacea o pueden garantizar un crecimiento sostenible (esta es la clave) de todas las personas, como sus convencidos predican. Todas estas dietas pueden ser muy terapéuticas en distintos momentos, pero no quiere decir que sean para todo el mundo y, sobre todo, a largo plazo. De hecho, podemos encontrar también mucha gente con experiencias negativas porque han sido dogmáticos y se han negado a escuchar las señales de su cuerpo.
Y a todo esto, ¿qué dice la «ciencia»?
No tanto como crees. Seguramente que puedas citar algún estudio científico que «demuestra» que cierta dieta o alimento reduce el riesgo de X, aumenta la capacidad de Y o provoca un tanto por ciento menor de Z.
En mi opinión, la información científica hay que «cogerla con pinzas». Cuando estás en un medio controlado, como un laboratorio, puedes estudiar bien tu hipótesis. Por ejemplo, si mezclas la molécula A con B en tanta proporción , el producto es C. El resultado es el mismo una y otra vez, una y otra vez. Sin embargo, los estudios clínicos que se realizan en salud pública no se llevan a cabo en condiciones realmente científicas. ¿Por qué? Porque no son reproducibles, ya que no pueden «reusar» a las mismas personas una y otra vez. Este tipo de estudios son aproximaciones de la realidad que NO pueden tener en cuenta (aunque lo intenten) todas las variables que afectan al estudio (desde la bioquímica y genética personal de los participantes, hasta su infancia y estilo de vida).
¿Por qué digo todo esto? Para que sepas que aunque tu dieta tiene estudios científicos que respaldan sus beneficios, no quiere decir que sea una verdad absoluta, sino seguramente una aproximación en el mejor de los casos.
Una historia muy esclarecedora
Te voy a contar algo que los gurús no quieren que sepas…
Yendo un paso más allá que Weston A. Price, el doctor J.E. Williams no sólo ha estudiado y analizado las costumbres ancestrales y las dietas de distintos pueblos indígenas, sino que además, ha convivido durante largos períodos con ellos siendo en muchos casos «adoptado» por estas culturas. En los extremos de un variado espectro de costumbres y dietas, el doctor Williams habla de dos pueblos especialmente interesantes. Por un lado, tenemos los esquimales de la isla de St. Lawrence. Su dieta consiste básicamente en un 95% de grasa y carne proveniente de la caza de focas y morsas. El otro 5% son algas, huevos y algunos tubérculos que preservan en grasa. Es una dieta muy baja en fibra donde los vegetales son muy escasos. En el otro extremo encontramos el pueblo Q´ero, cuyas gentes han vivido en las zonas elevadas del Perú por cientos de años. Este pueblo subsiste básicamente a base de patatas que ellos mismos cultivan (¡entre 40 y 50 variedades!) y peces o pequeños animales que cazan ocasionalmente.
Estos dos pueblos tienen una dieta totalmente opuesta. Unos disfrutan de una alimentación muy alta en carne y grasa, mientras que los otros viven casi exclusivamente de carbohidratos. A pesar de esto, los dos pueblos están completamente sanos, no tienen ningún indicio de enfermedades cardíacas, cáncer, obesidad, diabetes…sus dientes son muy fuertes y disfrutan de gran vitalidad. Pero sí hay algo que tienen en común: todo lo que comen es absolutamente natural sin nada añadido o procesado.
El secreto de TU dieta perfecta:
la dieta de baja intervención humana
Como en el simbolismo del ying y el yang, todos los alimentos tienen su lado positivo y negativo, sus ventajas y sus inconvenientes. Todos. Desde la carne de búfalo, pasando por las legumbres, la cebolla o las espinacas. Por eso cada escuela de pensamiento nos dice que unos alimentos son beneficiosos mientras que otros afirman que deben evitarse. Nadie se pone de acuerdo. ¿Frustrado? Te entiendo…
Si nuestro estilo de vida y nuestra genética son únicos ¿deberían las dietas hacer recomendaciones tan específicas y absolutas? No deberían, porque tú, querido amigo, eres un copo de nieve. Por eso yo no quiero ni puedo decirte exactamente qué es lo que debes comer. Sólo tú puedes saber qué es lo mejor para ti. Lo que sí puedo hacer es darte las cuatro estrategias más importantes para guiarte. Si sigues estos principios, te puedo asegurar que encontrarás TU dieta perfecta. Los cuatro acuerdos de la dieta son:
- Sigue una dieta LIMPIA. Al igual que los pueblos tradicionales, toma alimentos naturales. Si está hecho por el hombre no lo comas. Podemos pre-digerir los alimentos que nos da la madre tierra (cocinar, fermentar, germinar…etc.). Pero no podemos fabricar comida saludable, no es posible. Tira las cajas de cereales, las comidas precocinadas y en general cualquier cosa con aditivos de cualquier clase. Las carnes y vegetales biológicos son por definición superiores.
- Sigue una dieta VARIADA. Cuanto más variada mejor. Prueba cosas nuevas. No compres siempre en la misma tienda ni de los mismos agricultores. Cambia de agua mineral. Somos nómadas por naturaleza y la comida silvestre siempre es diferente. La fruta, verdura y carne tiene distinto contenido mineral dependiendo del suelo donde se ha desarrollado. Si provees al cuerpo de más variedad de macro y micronutrientes, le estás dando más herramientas para funcionar de forma óptima. Me da igual si comes la mejor carne del mundo, o las naranjas más sabrosas, si sólo comes eso te enfermarás. Sé flexible.
- Sigue una dieta de alta DENSIDAD nutricional. Cada año se descubren nuevas moléculas y componentes de la comida. Alimentarse es mucho más que ingerir calorías. El cuerpo no sólo necesita energía, sino gran cantidad de sustancias para su constante reparación. La comida es nuestra medicina principal. El problema es que los alimentos convencionales (incluso los biológicos y orgánicos) están «diluidos» de nutrición. Cuando comas, no hagas trabajar al cuerpo para nada. Busca alimentos con alta concentración de nutrientes por caloría. Hazte «nutritariano». Además, añade superalimentos y superhierbas a tu dieta: es la nutrición del futuro.
- ESCUCHA tu cuerpo. Cuando practicas la meditación eres capaz de disminuir el «ruido mental» y escuchar mejor tu intuición. De igual forma, cuando sigues los principios anteriores empezarás a escuchar mejor a tu cuerpo (que siempre te ha estado hablando). Préstale atención. Puesto que todos tenemos un origen distinto, hay gente que digiere mejor los carbohidratos (como los Q´ero), mientras que otros prefieren las proteínas y grasas (como los esquimales). Los hay que sintetizan mejor ciertas vitaminas y parecen no necesitar tantos minerales. Somos muy diferentes y por eso hay personas que medran en unas dietas pero no en otras. ¿De qué depende? De tu herencia genética y de tu estilo de vida. Esta es la idea de los distintos tipos metabólicos. No luches con tu cuerpo: escúchalo y respétalo.
Pensamientos finales
He querido destilar los conceptos más importantes para ayudarte a navegar este aparentemente complicado mundo de las dietas. Espero haberlo conseguido y que ahora ya sepas en qué dirección marchar y cómo mejorar tu dieta actual: sigue los cuatro principios lo mejor que puedas.
Y una cosa más, no seas duro ni estricto contigo mismo. No existen los errores sino las experiencias. No tengas miedo a cambiar y experimentar, porque lo único permanente en este universo es el cambio.